Nuestras obras: autoconstrucción en Isla Mocha

El proyecto, realizado tras el terremoto de 2010, consistió en la creación de 40 viviendas en la isla de la Región del Biobío

Uno de los proyectos más destacados que Fundación Proyecto Propio ha realizado a lo largo de su trayectoria fue el de autoconstrucción de viviendas en Isla Mocha, en la Región de Biobío, tras el terremoto que afectó al país en febrero de 2010.

El proyecto, que tuvo una duración de dos años, finalizó con la construcción de 40 viviendas y supuso una experiencia única para la fundación y toda la comunidad implicada.

Origen del proyecto

La reconstrucción de la Isla Mocha fue un proyecto que el equipo de Proyecto Propio buscó, por una parte, porque en el contexto del terremoto surgió la intención de participar de manera sustantiva en acciones que pudieran aportar en un desafío de tal magnitud para Chile, y por otra, porque después de seis años de trabajo, la fundación estaba buscando un reto de mayor envergadura donde poder aportar las capacidades y la experiencia adquiridas hasta entonces.

Proyecto Propio eligió entonces Isla Mocha, situada en la Región de Biobío, una de las zonas más afectadas por el desastre. Esta, localizada a 34,3 kilómetros de Tirúa, se encuentra en un territorio aislado  y casi virgen y cuenta con una población de alrededor de 800 habitantes, por lo que se convirtió en el primer territorio de características similares en el que Proyecto Propio intervenía.

Después de la selección del territorio de trabajo se desarrollaron el sentido del proyecto y sus lineamientos estratégicos generales, los cuales fueron diseñados desde sus inicios buscando incorporar a la comunidad mochana como actor protagonista.

La magnitud, complejidad y envergadura del proyecto hizo entender al equipo de la fundación que  era requerido trabajar en alianza con todos los actores para llevar a cabo esta tarea. Es por esto, también, que Proyecto Propio se puso a disposición de las políticas públicas disponibles en este momento por medio del Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

Líneas y principios del trabajo

Antes de comenzar a desarrollar y poner en operación el proyecto de autoconstrucción debían fijarse ciertos criterios mínimos de trabajo que sentaran las bases conceptuales, técnicas y profesionales que ayudaran a implementar la iniciativa con un foco no solo desde la mirada de la construcción como un fin, sino más bien como un medio para potenciar un proyecto integral de desarrollo local y comunitario.

El proyecto de autoconstrucción de viviendas en Isla Mocha estuvo dirigido desde un inicio por la lógica de intervención y los principios éticos de trabajo desde los que Proyecto Propio se posiciona para desarrollar sus proyectos, contemplando cuatro aristas que delimitaron el trabajo a realizar: la participación comunitaria, la autonomía, la habitabilidad y el emprendimiento.

La participación comunitaria se entendió en el sentido de que el proyecto no podía ser ajeno a los involucrados, al contrario. Se trabajó desde la lógica de que debían ser ellos los que incidieran en el desarrollo del mismo, tomando posición protagonista y activa.

Por autonomía se entendió que era la comunidad la que tiene el poder de decisión y de opinión ante el trabajo a realizar, porque desde la fundación se cree que cada individuo tiene un poder propio que ejercer ante los acontecimientos que suceden en su territorio.

En cuanto a la habitabilidad, esta implicaba la materialidad de las viviendas, así como también el entorno en el cual se insertaban y cómo la habilitación de esos espacios incidían en la vida de sus habitantes y de la comunidad que los rodeaba, no solo desde la vivienda misma, sino desde aquellas condiciones de hábitat que se generan para mejorar la calidad de vida.

Finalmente, a partir de la idea de emprendimiento, se trabajó para que en la comunidad se generaran ideas, iniciativas y acciones que aportaran en el proceso de construcción de espacios a partir de dinámicas y proyectos que apuntaran al desarrollo de la comunidad en su integridad.

A la vez, la realización del proyecto debía tener como principio guía un trabajo integrativo-participativo con la comunidad, en el cual se entendiera que era la comunidad mochana la parte fundamental de todo el proceso de desarrollo y ejecución del mismo, no solo desde el hacer, sino también en el supervisar, opinar, aportar y conocer lo que sucedía en el proyecto.

Desde Proyecto Propio se comprendió que se estaba trabajando en un territorio diverso con características específicas, con un grupo de habitantes que tiene costumbres, actividades, una cultura y unas formas de vida específicas que debían ser respetadas y consideradas a la hora de emprender algún proceso o área de trabajo del proyecto, desde la construcción de las viviendas hasta la preparación logística del trabajo en terreno.

Etapas del proceso

En cuanto al proceso del trabajo, las etapas de la construcción se pensaron teniendo en cuenta dos líneas: los hitos constructivos a desarrollar y el equipo humano que llevaría a cabo cada hito.

Los hitos constructivos se realizaron en varias etapas: la instalación de piso, la instalación de paneles y cubiertas (techos, revestimientos exteriores y ventanas), las instalaciones eléctricas, sanitarias y de fosa séptica y, finalmente, las terminaciones.

Considerando la complejidad propia de la iniciativa se determinaron también mínimos de trabajo a cumplir que también orientarían el quehacer del equipo de trabajo en particular. Así, se fijaron cuatro pilares mínimos de trabajo que debían permear todas las etapas del proyecto.

El primer pilar fue el de alto estándar de calidad, entendiendo que después de este proyecto pasaría mucho tiempo sin que se desarrollara una intervención con este despliegue de recursos económicos, humanos y logísticos.

El segundo pilar fue el de reconocimiento de los esfuerzos ya realizados. Entendiendo que las familias habían desplegado sus propias estrategias de reconstrucción, el proyecto a desarrollar debía potenciar los recursos y las particularidades de cada familia.

El tercer pilar era el de inicio y cierre del proyecto en una etapa. En este aspecto se planificaría una ejecución del proyecto de entrada y salida, potenciando los recursos de la comunidad con recursos especialistas externos.

Finalmente, el cuarto pilar era la integración comunitaria, en el que se estableció la lógica de promover una ejecución colaborativa del proyecto entre los vecinos y la comunidad en general. En este aspecto, si bien el beneficio era específico para 40 familias, había también una comunidad detrás de ella, con una lógica de vida que debía ser respetada a pesar de la intervención.