Todas las imágenes que observarás han sido tomadas durante más de 20 años trabajando junto a comunidades.Te invitamos a descubrir más sobre nosotros.
A lo largo de más de 20 años trabajando con distintas comunidades y localidades a distintas escalas, hemos hecho una sistematización de 6 tipos de proyectos, que surgen y de los cuales se pueden ir obteniendo aprendizajes que mejoran la capacidad de producir impacto positivo.
El trabajo y la gestión comunitaria tienes diversas formas y expresiones, dependiente de los tipos de territorios, su organización, sus experiencias previas y las particularidades culturales propias de la complejidad de cada localidad. Nuestro foco es esa adaptación, permitiendo en cada territorio, por único que este sea, se puedan desarrollar proyectos que mejoren la calidad de vida.
Trabajamos con una metodología propia que llamamos Procedimentalidad y que se materializa en las mesas de trabajo y los tableros.
El desarrollo económico es en sí mismo un motor de gestión comunitaria y capacidad de producir impacto positivo sostenible y de largo plazo.
En este sentido los proveedores locales y sus cadenas productivas son uno de los pilares en cualquier trabajo comunitario. Generar planes y programas que permitan a las empresas en cada comunidad ser parte del desarrollo y encadenarse a la generación de valor es algo que implica estar siempre buscando la innovación y la búsqueda de soluciones prácticas.
La infraestructura social es el conjunto de lugares físicos que factibilizan las interacciones de los habitantes de un territorio. Es decir, aquello que posibilita la cohesión social. Es un pilar fundamental para recuperar el sentido de comunidad y bien común en las sociedades.
Nosotros nos involucramos en las etapas necesarias para la creación e implementación de espacios comunes, tanto públicos como privados. Uno de los desafíos acá es la intersectorialidad y capacidad de integrar en una visión completa del proceso.
Trabajar la educación con enfoque comunitario requiere un componente de gestión, donde hay que acompañar los procesos de las iniciativas educacionales, apoyándolos a tener excelentes programas con los profesionales adecuados. Esto permite que cada comunidad lidere su propio proyecto educativo y así se genere impacto positivo en las familias y la comunidades.
La educación desde la mirada comunitaria aborda desde el cuidado de la infancia hasta la capacitación y mejora de la empleabilidad de las personas mayores. La educación se sitúa como un componente transversal.
La base para el trabajo es conocer y asumir la historia, costumbres y perspectivas de las comunidades. Lo anterior, nos ha puesto en situaciones, desafíos y oportunidades donde nos toca aprender y reconocer la historia y el patrimonio cultural, adaptar y modificar procesos con pertinencia cultural, así como, diseñar e implementar espacios de diálogo cultural para llegar a acuerdos. Lo anterior, especialmente en Pueblos Originarios en diferentes regiones del país.
El patrimonio cultural es infraestructura, es emprendimiento, educación y por sobre todo es situar el reconocimiento de ese conocimiento en el centro de cualquier proyecto propio.
También siempre existen contextos especiales, por ejemplos los ligadas a desastres naturales, la reconstrucción, la pandemia, contexto de exclusión social, o segregacionismos. Los proyectos especiales requieren capacidad de adaptación y trabajo en colaboración para reducir la complejidad del desafío y ser capaces de abordarlo.
Innovar en contexto de alta complejidad es posible, y la base es la comunidad. Con un procesos donde la organización local sea la base, se mejoran notablemente la capacidad de acción inmediata y la gestión del desarrollo de mediano y largo plazo.