EN TODAS LAS COMUNIDADES HAY SIEMPRE UN PROYECTO
La ética del reconocimiento se basa en la simple idea de relacionarse con las personas a partir de reconocer sus capacidades y competencias. El reconocimiento es el pilar fundamental sobre cómo miramos y actuamos.
En Proyecto Propio nos paramos frente a los territorios partiendo por reconocer que en ellos existen capacidades, cualesquiera que éstas sean. Entendemos que no hay ni un motivo racional para privar a la comunidad de un diálogo simétrico donde se reconozca su expertise en el territorio y su capacidad de transformarlo.
El reconocimiento no es algo que se concede a la comunidad, sino una constatación de una característica primordial para el ejercicio de la participación y el desarrollo de un territorio.
1. Reconocimiento en un sentido amplio
El reconocimiento no puede tener límites, ser sectario o excluyente. Afirmamos que el reconocimiento se entiende en su amplio sentido, que no busca identificación con un grupo determinado o clase.
2. Reconocimiento de las capacidades y oportunidades
No solo está lo esencial del reconocimiento como sujeto, sino también su capacidad de actuar. En muy pocas ocasiones un sujeto es pasivo en su contexto, porque incluso al que se le han negado muchas condiciones puede ejercer protagonismo en su propio desarrollo. Todos tenemos un proyecto a desarrollar siempre.
3. Necesidad de autoconocimiento
La realidad del contexto hace que uno se defina con parámetros que no necesariamente responden a las propias posibilidades y capacidades. Tener la posibilidad de ser conscientes de nuestra esencia como personas y de la importancia del protagonismo que se requiere para enfrentar los desafíos es crucial a la hora de emprender e innovar en la sociedad donde pertenecemos.
4. Reconocimiento para la comunicación y la interacción
Reconocer las capacidades de los vecinos y dirigentes los sitúa como capaces de dialogar y comunicarse con otros, ya sean personas o instituciones, en igualdad de condiciones, impulsando su discurso como una capacidad de transformar la realidad. Por otra parte, la libertad de ideas y proyectos también se juega en el reconocimiento de las propias convicciones y en las particularidades del lenguaje de cada individuo en su contexto.
5. Reconocimiento como sujeto válido e igual en su condición de persona
Esto no se trata de un “favor” que se hace a las personas, sino de una condición necesaria para el desarrollo humano. Ser reconocido como sujeto válido es esencial para la construcción de la identidad de todo ser, para la participación en la nación y para la comunicación entre culturas. No es algo que se concede a otros, sino una constatación de la característica primordial para el ejercicio de la democracia y la vida en sociedad.
6. Reconocimiento de la autonomía
Con esta no solo se busca la igualdad de derechos, sino también el reconocimiento de la identidad, con el ideal de que cada uno pueda desarrollar su vida como desee y en las formas que sueñe, como su historia y cultura le han enseñado. Las imposiciones sobre la identidad y el bienestar rompen el ejercicio de la autonomía de las personas y sus comunidades.